jueves, 14 de marzo de 2013

11

Había abandonado esto de escribir y publicar mis sueños acá, supongo que lo habré echo porque por primera vez, tuve a quien contárselos. Ahora, aunque tenga a quién contarle tal sueño, hay más gente que aparece, gente con la que ya no hablo, con lo que siento que aún me hace falta que alguien más lo escuche, publicándolo acá, siento que alguien más lo lee aunque sea. No se si los que aparecieron, pero alguien más. Y me quedo un poco más traquila.
Bien ahí va.
Soñé con una puerta, una puerta que era tan roja y brillante como las hojas de los árboles cuando están en proceso de secarse (la recuerdo nítida) con otras hojas secas (ya más de color castaño) al rededor (justamente como el libro que leí esa tarde), solo que, la puerta no estaba en el piso, estaba alta, sobre una pared, yo quise atravesarla, pero no se si lo logré, no se que habré echo. La siguiente escena, soy yo, atravesando una puerta. Era la puerta del colegio, mi anterior colegio (Mariano Acosta). Seguí caminando como si fuera una mañana normal y me encontré con que estaban todos los chicos egresados hace dos años (y algunos más que estan por egresarse este año) TODOS, en primer año, todos eran más chicos y por alguna razón, yo pasaba desapercibida en aquella época.
No me resistí y corriendo hacia cada una de esas personas con las que alguna vez me relacioné de una forma u otra, les contaba quién era yo, con la intención de que recordasen lo que había sido en su vida paralela, varios años más tarde. Hasta que me encontré con mi linyera, le hice acordar de todo y en cuanto reaccionó, me hizo dejar de crear disturbios en las mentes de los pequeños y retirarme, porque si modificaba muchas cosas de esta realidad, la otra también sería modificada. Entonces volví.
Yo me ví como si fuera una historia contada en 3era persona, yo era espectadora de mi propia vida y era un nene, que peleaba con su hermanita, mis padres se enojaban y me pegaban, me retaba, gritaban, volteé la cabeza y volví por la puerta con la esperanza de poder cambiar las cosas.
Y ahí empezó todo, me fui a varias realidades, como si fueran  niveles de algún juego de terror, los cuales pasaba si lograba ayudar a la persona correcta con lo correcto.
En el último nivel, me di cuenta de que YA HABÍA SOÑADO ESO ANTES, así que me dispuse a terminarlo rápido, cosa de poder volver a casa (recuerdo en alguna parte que no encaja en el tiempo de ninguna otra cosa, que mi hermanita me mostraba una caja de madera que tenía, con una serpiente y flores al rededor).
A medida que caminaba por el campo con oxígeno artificial, hacia la fábrica de objetos inutilizables (los cuales se incineraban), recordaba cómo había sido todo en mi sueño anterior, así que todo se repetía dos veces, primero recordando, después pasándolo. Cuando llegué, sabía exáctamente lo que tenía que hacer, e iba a ser solo un segundo, pero no quise dar la respuesta, quería que aquél hombre (al que tenía que ayudar) se diera cuenta qué era lo que hacía mal.
De repente, algo cambió. Apareció un auto raro y de ahí bajó el hijo del dueño de la empresa. Adentro de la fábrica había una heladería, y el chico ese, era un... ex amigo mío, que estaba con, justamente, un ex.
Por alguna razón todos le ofrecían helado (y siempre le daban el mismo) pero al chico no le gustaban los sabores que le daban. Aunque no se quejaba se los comía igual.
Justo antes de que le den el helado los hice parar, y le dije al chico que si me contaba un secreto, yo le contaba otro. por si no me creía, le conté yo primer, y lo único que hice fue decirle que su gusto de helado favorito era crema del cielo (cosa que no se por que interpreté como secreto). El chico quedó impresionado e hice que le sirvieran ese gusto en vez de los otros dos que siempre le daban.
Subí corriendo unas escaleras hasta una habitación en la que escuchaban ruidos como de golpes, y saqué a la pequeña niña (que en la otra realidad era mi hermanita).
Me agradeció, me dijo que todo estaba bien y se sentó en el balcón de la casa. Me dijo que me vaya, que ya había terminado todo y que las cosas iban a mejorar.
Atravesé la puerta y cuando me fui, volví a ver todo desde 3era persona, mi hermanita y yo, jugábamos felices y mis padres reían contentos.
La vista volvió a atravesar la puerta y vió como la pequeña niña sentada en el balcón se convertía en una pequeña caja de madera, con una serpiente y flores al rededor.

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